Hacer que un destino sea más atractivo requiere una serie de elementos claves como lo son los productos que se tengan, la calidad del servicio, la seguridad, el acceso y la oferta cultural y gastronómica entre otros más.
Estos elementos pueden ser sus diferenciales asociados a la cultura, al desarrollo del lugar, a las influencias gastronómicas; en fin un destino es un lugar diferente y usa esos elementos para destacarse (si lo hace bien y sabe hacerlo).
Pero esto es cuando hablamos de turismo vacacional. Cuándo competimos para ser destino MICE o de inversión la cosa cambia. El panorama de elementos es el mismo. Los destinos tienen las mismas cosas y son las circunstancias, los momentos de la economía, y el ecosistema de negocios, lo que le da a un lugar la ventaja frente a otro.
Los destinos de inversión, por ejemplo, compiten ofreciendo lo mismo: disponibilidad de mano de obra, unas más que otras; ubicación estratégica (eso depende de cual es el mercado y estratégico para qué); capacidad del mercado, que es relativo al tamaño de la ciudad o región, acceso a acuerdos comerciales y ambiente de negocios; y un sistema que les permite llegar más o menos fácil.
Todo esto es igual y al momento de estar en un proceso de decisión las empresas usan todos estos elementos y escogen basados en sus estrategias. Pero, en mi trabajo y experiencia me he dado cuenta que hay otros elementos adicionales que deben contar y que son claves en la decisión:
El servicio: Saber tratar a las personas es clave. No podemos olvidar que se hacen negocios con las empresas que son representadas por personas, personas como cualquier otra. Debemos tratarlos bien en todo momento.
La actitud: Es cómo nosotros nos comprometemos con el cliente. No es como lo tratamos, es cómo enfrentamos el proyecto de llegar a la ciudad. Entender que en todo momento es algo nuevo, que puede ser una aventura y que debe poder sentir en nosotros la actitud de colaboración.
La confianza: Algo obvio en negocios, pero que se olvida cuando no se entienden los dos elementos anteriores. Al tratar bien al inversionista y tener la actitud de servicio le generamos confianza en el destino y en nuestro trabajo.
Vender productos y ser el mejor vendedor de carros no es lo mismo que intentar vender una ciudad.
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